Hace poco leí
en una revista un artículo sobre una actriz española que pretendía ser la voz
de quienes no pueden hablar por sí mismos: los perros. Y, al parecer el suyo debe
decirle que quiere viajar en tranvía. ¡Que guay entender tan bien a tu mascota!
La mía debe ser más simplona porque cuando dice “guau” es para pedir comida, la
pelota o para llamar la atención de sus congéneres.
Vamos a ver, a
mi me encantaría que Fibi viniera conmigo a todas partes. Entre otras cosas,
las visitas al veterinario me saldrían casi 20 euros más baratas, que es lo que
pago por los dos taxis que tengo que coger para ir hasta allí, pero entiendo
que si todo el mundo pretendiera llevar a sus mascotas en el tranvía, no habría
sitio para las personas (ya casi no lo hay), además de los jaleos que se
organizarían si subiera más de uno a un mismo vagón, o de los problemas que se
pudiera causar a la gente que es alérgica.
En Zaragoza ha
salido una nueva ordenanza municipal por la que se permite que los perros
viajen en el tranvía y en autobús, aunque con ciertas limitaciones, a
saber:
“En los buses, los perros de
menos de 10 kilos podrán entrar colocados en un trasportín, mientras que en el
tranvía los animales más grandes, atados y con bozal, subirán al último vagón.
Solo se permitirá un can por tranvía para evitar peleas entre los animales”.
Vale, genial. Mi perra no podría subir al bus, porque pesa 18 kilos (¡nos
discriminan por gordas!) y en el tram habría tortas para coger la plaza. Si hay
más de dos personas con chucho esperando en la parada ¿Quién decide cual de
ellos ocupa el sitio? Creo que el Ayuntamiento de Zaragoza se ha metido en un
buen berenjenal, que Dios les coja confesados.
Siguiendo con
lo que leí en el artículo, la actriz afirma que “ellos”, refiriéndose a los
canes, también tienen sus derechos. Bien, bien… entonces, por esa regla de
tres, cualquier persona se vería licitada a llevar a su mascota consigo en el
tranvía, independientemente del animal de que se trate. ¿O sólo tienen derecho
los perros? ¡¡¡Eso es discriminación racista, o chauvinismo, o xenofobia… o
todo a la vez!!! ¿Por qué a los perros se les TIENE que permitir viajar en
tranvía y no puede hacerlo, por ejemplo, mi cerdo vietnamita, o mi gato, o mi
tití… o ya puestos un elefante?
Estoy de
acuerdo con la afirmación de que el perro es compañero del hombre desde tiempos
inmemoriales (en un estudio publicado en la revista «Current Biology» se afirma
que la relación entre humanos y perros comenzó hace unos 30.000 años, y no hace
16.000 años, como se pensaba hasta ahora) pero ¿acaso tiene que ser
forzosamente así para todo el mundo? ¿No
podría querer del mismo modo y considerar “compañero inseparable” a un gato, a
una cobaya… o a mi elefante?
En
fin, yo creo que se trata de defender lo indefendible y por eso me permito dar,
a pesar de que no me lo ha pedido, un consejo a la actriz en cuestión: la
próxima vez que tu perro te “diga algo” escúchale bien. Seguro que en vez de
“quiero ir en tram” lo que te dice es “¡mueve el culo y dame un buen paseo, que
necesito ejercicio!”.
Imagen tomada de la red. Si el autor lo solicita, procederé
a retirarla del blog.
Es curioso, porque cuándo leí el artículo en el periódico opiné exactamente lo mismo.¿Qué pasa si alguien tiene una reacción asmatica?¿O si alguien tiene fobia a los perros? Sería una gozada para casi todos poder compartir el transporte público con nuestros peludos pero hay que pensar en las consecuencias...
ResponderEliminarPor cierto, Felicidades por tu blog, ¡me río mucho!
Gracias... pues ya sabes, si te gusta, comparte. Y si no... ¡¡¡también!!!
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