No exagero al decir que dejé muchas horas de mi infancia en
desiertas cuartillas, así como buena parte de mi alma niña. Solía escogerlas
para mis escritos, junto a las holandesas de blanco inmaculado, cuyo nombre que
me hacía evocar la imagen de campos de tulipanes, aspas de molino girando al
sol y niñas con trenzas vestidas con trajes multicolores, delantal y zuecos de
madera tallada.
La magia de las límpidas hojas
ejercía sobre mí un influjo muy potente. Me llamaban desde el rincón de mi escritorio
pronunciando mi nombre y me sugerían comienzos de historias –algunas vividas,
otras por vivir – para que yo les trenzara un nudo y las condujera a su
desenlace.
Mi mano, mi imaginación, la pluma y
el papel se fundían en un algo único, intenso, e incapaz de ser contenido. Los
duendes y las hadas bailaban para mí mientras dejaba que mi estilográfica marcara el compás en las
cuartillas y la tinta dejara en él sus huellas indelebles. Subordinaba a mi
puro antojo la fuerza de los elementos, conjurándolos para crear alquimia y
misterio. Pero por aquél entonces yo era muy pequeña para entenderlo. Hubo de
transcurrir mucho tiempo y sacrificar muchas hojas en el altar de la Diosa
Creatividad para que me diese cuenta de que, con mis manos, podía traspasar
parte de mi esencia a un mero trozo de papel y con ello darle vida.
Las holandesas me siguen llamando
aún. También la pantalla de mi portátil me habla y me susurra comienzos de
relatos. Ahora soy consciente de la magia que invoco cada vez que me siento a
escribir, ya sea delante del ordenador o de la cuartilla. Dejo impresa en ellos
la huella de mi alma, ya sea en tinta o
presión, pulsión o acento. Sigo navegando por esos blancos mares, delineando
azules surcos que no son sino esas historias,
vividas o por vivir, que nacen de mi mente, de entre mis dedos, a cada soplo de espíritu, con cada latido de
corazón.
Imagen tomada de la red. Si el autor lo solicita, procederé
a retirarla del blog.
es precioso chari, deseo de corazón que podamos compartir muchos relatos, experiencias y vivencias tú para escribir y yo para poder leerte. tere
ResponderEliminarYo también lo espero, siempre.
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