Se
despertó en la cama que tantas noches había compartido con su ex novio y
descubrió con sobresalto que no estaba sola. Alguien yacía junto a ella,
durmiendo plácidamente. Era Marcos, el hombre que le había roto el corazón, o
por lo menos se parecía mucho a él, pero al mismo tiempo era un extraño, un
individuo desconocido que le hacía sentir miedo y repulsión a un tiempo.
Se incorporó
despacio para no despertarle, conteniendo la respiración. Sentía un sabor
metálico en los lados de la lengua y notaba el tamborileo del corazón, que se
aceleraba por momentos. Tocó bajo la almohada y notó que aún seguía allí: era
un cuchillo de monte que había pertenecido a su padre. Lo aferró firmemente y
lo descargó con fuerza una y otra vez sobre el pecho de aquel miserable que
había osado invadir su intimidad. Vio como se abrían sus ojos de la sorpresa y
observó como se extinguía la luz en ellos. Todo se volvió rojo como la sangre
que le corría por las manos… y entonces se despertó cubierta de sudor y
llorando amargamente.
Sara, que
había ido a pasar unos días con ella, acudió al dormitorio casi de inmediato.
Su amiga tenía pesadillas cada noche desde que había roto con su novio. Habían
tenido una relación tormentosa que había tocado a su fin cuando ella descubrió
que aquél a quien amaba era prácticamente un desconocido para ella, un
hipócrita y un cobarde.
En cuanto contaba lo que había sucedido y se daba cuenta de que todo
era un mal sueño solía calmarse, pero en esta ocasión Sara no conseguía que su amiga dejara de
llorar. Intentó tranquilizarla explicándole que no se trataba más que de una
ilusión, pero ella seguía hipando y derramando lágrimas.
– Ya lo sé, ya lo sé – dijo entre
sollozos – Ya sé que todo ha sido una pesadilla, pero no es eso…
– Entonces, ¿por qué sigues
llorando? – le preguntó su amiga alarmada
– Ay – respondió con un suspiro –
¡¡es que algunos sueños no se hacen realidad!!
Imagen tomada de la red. Si el autor lo solicita, procederé
a retirarla del blog.
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