Visité Rothemburgo hace muchos
años, durante un viaje que hice por Alemania y la Selva negra con un grupo
excursionista. Esta preciosa ciudad está situada entre Nuremberg y Heidelberg,
y su nombre significa “fortaleza roja sobre el río Tauber”. Me gustó muchísimo,
fue amor a primera vista.
Lo primero que atrajo mi
atención fueron las calles pavimentadas con piedras que, como el camino
amarillo que llevaba a Oz, parecían conducir hasta un mágico mundo de cuento de
hadas. Podías ver en ellas a los artistas en sus pequeños teatros de marionetas
distrayendo a los niños que, sentados en corro, reían y aplaudían con júbilo.
Había infinidad de tiendas
de juguetes, ante cuyos escaparates se paraban tanto chicos como mayores. En
ellos descubrí las más bellas muñecas de porcelana vestidas con trajes de época
y también sorprendentes juguetes de cuerda hechos en madera que harían las
delicias del niño más exigente; las marionetas llenaban estantes enteros… daba
la impresión de que allí podrías encontrar cualquier cosa que te pidiera la
imaginación. Por un instante esperé ver aparecer a Gepetto acompañado de su
pequeño Pinocchio hablando con los clientes, o a la pequeña Caperucita roja,
cogida de la mano de su abuelita, en busca de una nueva muñeca.
Y las casas también eran de
cuento. Algunas parecían estar hechas de chocolate, galletas y dulces, como la
de Hansel y Gretel. Los muros eran de un suave naranja, beis o rosa pálido, y
los tejados, rojos y verdes. Había flores por todas partes, cada balcón era un estallido de púrpura,
granate y oro. Hasta los escaparates de las farmacias eran originales, con sus
decoraciones en oro y sus carteles grabados en madera
Se respiraba paz en cada
rincón. En algunas callejuelas lo único que se escuchaba era el susurro
plateado de las fuentes o la campana de la torre del reloj anunciando el final
del día. El perfume del aire fresco se mezclaba con la fragancia del pan recién
hecho. La comida también resultó deliciosa: probé el chucrut por primera vez y
me encantó, y también las patatas con
crema, queso y beicon cocinadas en la chimenea… y salchichas con toneladas de
mostaza. ¡Qué ricas estaban, junto a una cerveza bien fresquita servida en una
jarra helada!
De noche, mientras
caminábamos por unos jardines, pudimos oír una serenata. Escondido en las
sombras, un músico callejero tocaba su violín. Fue muy romántico, recuerdo que
pensé que era el final perfecto para una jornada perfecta, un día consagrado a
la exaltación de los sentidos en un pueblo que podría fácilmente ser descrito
en uno de los de los cuentos de los Hermanos Grimm.
Imágenes tomadas de la red. Si el autor lo solicita, procederé
a retirarlas del blog.
Thank you for sharing a wonderful experience with us, Chari. I have never been to Germany, but I love the food that I have sampled here in Canada and in the United States. Oktoberfest is celebrated in many communities here in North America, There is also a significant German-speaking community in my town so finding properly made Weiner schnitzel is not difficult.
ResponderEliminarA mi me encantaría viajar a Canadá, es mi sueño desde que era niña... quizá consiga realizarlo algún día. Gracias por leerme y por tus amables comentarios
EliminarQué descripción más bonita!!! A ver sí vamos!!!
ResponderEliminarAy, si... es un sitio precioso, el que más recuerdo de todo el viaje porque me encantó
EliminarTiene que ser muy pero que muy bonito, y yo me apunto con vosotras dos al viaje jeje, me encantaría. Me han gustado mucho las fotos. un beso enorme.
ResponderEliminarEso, eso, alquilamos un minibús y nos vamos todas, Fibi incluida. ¡¡¡¿¿¿ Te imaginas ???!!! Un beso, Tere
EliminarEso suena bonito. Me encantaría visitar ese lugar como salido de un cuento de hadas. Tenemos la más cercana a lo que usted describe aquí en la vieja ciudad de Quebec. La parte antigua es todavía muy pasado de moda. Muchas gracias por compartir amiga Chari
ResponderEliminarAy, Quebec... ¡¡¡Cómo me gustaría conocer esa ciudad!!!... Es mi sueño desde niña. Canadá es una maravilla, y me encantaría poder conocer este país. Un beso, Cindy
EliminarUn lugar precioso, Chari. Yo tambien he estado allí. Mientras paseas por sus calles parece que estás en un cuento o en un decorado de cine ¿verdad?
ResponderEliminarUn beso
Si, a mi me dio la impresión de estar en una narración de los Hermanos Grimm o de Perrault... fue fabuloso. Me alegra que te hayas pasado a comentar. Un beso enorme, Erika
EliminarInteresante artículo, dan ganas de hacerse un viajito para allá! Debe de ser fascinante!
ResponderEliminarLo es, es como meterse en un cuento de hadas... tan romántico. A mi me impactó, si tienes posibilidad no te lo pierdas. Un beso, Miguel Ángel
Eliminar