Ha valido la pena

Esta mañana, a las siete y media, he dado mi acostumbrado paseo con Fibi, cargada con la cámara de fotos. Últimamente he conseguido algunas instantáneas bastante decentes, pero todavía no he logrado fotografiar ni gaviotas (que siempre están en la playa cuando no llevo la cámara, parece que lo hacen a propósito) ni gorriones (no paran quietos y que pase yo cantando o hablando con Fibi tampoco ayuda).

Por el  camino, he visto a uno en un árbol, pero para mi desgracia estaba a contraluz y, a pesar de que quedaba bastante bonito, no se apreciaban los detalles. Cuando por fin me he puesto en la postura adecuada, el pajarito ha decidido largarse. (Primera pifia).

La playa a estas horas suele estar muy concurrida, me refiero a que encuentras gaviotas, palomas, gorriones, urracas, algún cormorán y hasta zarapitos… pero hoy había dos camiones retirando las algas que trajo la marejada de hace unos días y no he visto ni un solo bicho. Ni uno. (Segunda pifia).

Sin embargo, si que he visto un mirlo en unos arbustos, cerca del club náutico. Piaba muchísimo, era imposible no darse cuenta de que estaba allí. Me he acercado despacito, muy despacito y cuando por fin lo tenía "a tiro"… Fibi ha descubierto a un gato que rondaba por la zona  y se ha lanzado a perseguirlo, tirando de la cadena y de mí y, por supuesto, espantando al mirlo. Casi me saca el brazo del sitio (la perra, no el pájaro). (Tercera pifia).

De regreso a casa, cuando ya me había resignado a no obtener una fotografía decente, he visto a lo lejos una gaviota posada en una boya amarilla (esas que parecen Minions dándose un bañito). ¡¡¡Esta no se me escapa!!! –me he dicho.  He intentado enfocarla, pero me costaba mucho debido a la fuerte luz de la mañana, apenas veía la pantalla… pero bueno, para algo está el “Auto”, ¿no? Encuadrar, disparar y ¡Listo!... o eso creía yo.

En realidad no ha sido más que la cuarta pifia porque, cuando he llegado a la sombra y he mirado a ver qué había salido, me he dado cuenta  de que no he encuadrado bien y he estado fotografiando a un señor calvo que se estaba dando un baño.

He hecho el resto del camino muerta de risa,  todavía sonrío al recordarlo. Después de todo, mi excursión de hoy no ha fallado de forma estrepitosa  pues he regresado a casa sin fotos pero con un humor inmejorable, así que… ¡¡¡Ha valido la pena!!!

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