Genio y figura

Una confesión: me llamo Chari y soy maniática (ahora es cuando vosotros decís: ¡Te queremos, Chari!). Si, lo reconozco, soy maniática y lo he sido siempre. Por poner un ejemplo, a la hora de escribir soy obsesiva, antojadiza, caprichosa y estrambótica. Rarita, vamos. No me gusta nada utilizar un lápiz (tengo la impresión de que voy más lenta),  ni bolígrafo de punta gruesa (porque suelen dejar “cagaditas” o goterones en el papel) ni tampoco esos de gel que casi parecen rotuladores (te lo ponen demasiado fácil y eso no me agrada). Me gusta hacerlo con boli de punta fina o con pluma. Tampoco la pluma se libra de mis manías: ha de ser de émbolo, el plumín extrafino (a ser posible de oro) y la tinta de color acero. No me vale un común azul marino, ni negro, ni violeta oscuro, ni celeste… no, tiene que ser del color del mar en los días de lluvia. Y, aunque parece casi imposible, conseguí una de la marca Waterman que cumple todas mis expectativas.

En cuanto a cuadernos, me atraen los grandes de tapas duras, con hojas en blanco (nada de rayadas o cuadriculadas, para pautarlas ya me basto yo, muchas gracias). Me resulta casi imposible desarrollar mis ideas en folios de colores y me joroba tener que constreñir y adaptar mi letra a esos cuadritos de los cuadernos que cada día son más grandes (los cuadritos, digo, no los cuadernos). Al final los harán del tamaño del propio folio y dejaré de ponerles pegas.

Soy incapaz de escribir poesía en el ordenador. No puedo y no sé por qué. Necesito (sí, es una falsa necesidad, totalmente irracional, pero ahí está) el contacto del bolígrafo o la pluma, sentir cómo rasgan la hoja en blanco, ver las huellas de mi alma en tinta.

Sin embargo, me encanta escribir mis relatos directamente en Word, lo encuentro cómodo, fácil y voy a toda pastilla, mucho más rápido que si lo hago en un cuaderno. ¿Por qué? Ni puñetera idea. Sigue siendo todo cuestión de manías. Pensaréis que trabajando en el ordenador encontraré menos pegas… ¡pues no! Sigue habiendo obsesiones, aunque ahora soy mucho más flexible que hace unos años. Antes tenía formatos diferentes para cada escrito, tanto para el título como para el texto, cambiaba tanto letra como tabulaciones. Un latazo. Ahora me he acomodado a la Times New Roman, tabulación izquierda de 0’5 cm., justificada, interlineado sencillo…  y de ahí no me saca nadie. ¡Qué cruz!

Y he sido así desde siempre. Recuerdo que, cuando iba a tercero de EGB (allá en la prehistoria) me dio por escribir con abreviaturas. Lo abreviaba todo, absolutamente todo, excepto los artículos y algún pronombre que otro. Al parecer era cuestión del bolígrafo que usaba, que no me gustaba lo suficiente para escribir las palabras completas. Mi profesora de entonces, Sor Esperanza, no tenía demasiada paciencia, sus pellizcos “de monja” en las orejas eran legendarios, pero yo le caía bien y encontró una manera de hacer que volviera a escribir correctamente: me regaló un bolígrafo de cuatro colores, que por entonces eran toda una novedad (qué vieja me siento), y consiguió que olvidara mi manía “abreviatoria”.

En fin, que no es de ahora, ya veis, soy así desde pequeñita, y como dice el refrán: genio y figura… Pues eso.

             Feliz día a todos.