Esta historia comienza una tarde
nublada de invierno, cuando iba a 7º de EGB. Estaba castigada (como siempre, sin razón) a quedarme después de clase y mis
amigas, Mari Ángeles, Mati y Edel estaban conmigo… (qué sospechoso suena ahora
que lo escribo). Salimos a las siete y media y nos dirigimos a nuestra habitual
parada de autobús, pero el tráfico estaba bloqueado debido a un accidente y
tuvimos que desviarnos.
Cuando
llegamos a la parada más próxima a la nuestra, vimos que bajo la marquesina
había un viejecito esperando. Nos fijamos en él porque nos fastidió no poder
comernos nuestros respectivos paquetes de pipas cómodamente sentadas. Recuerdo su rostro, las arrugas que surgían
por debajo de las gafas y su extraña sonrisa. También me
acuerdo de que llevaba un abrigo negro, pantalones grises y una bufanda
amarilla que parecía desentonar con el aire apático del anciano. No sé el motivo,
pero me dio un poco de miedo, aunque se me pasó enseguida porque llegó nuestro
trasporte y mis amigas y yo nos fuimos hacia la parte de atrás para seguir
charlando.
Al día
siguiente, tras las clases, decidimos caminar un ratito más y coger el bus en
el mismo lugar que la tarde anterior. Al llegar encontramos a un joven
esperando. Llevaba un abrigo negro, pantalones color gris y bufanda amarilla.
Creí reconocer sus ojos a través de las gafas, aunque no estaban cercados de
arrugas. Y su sonrisa, ¿por qué me resultaba tan familiar? Entonces me acordé
del anciano que habíamos visto el día anterior y una extraña idea empezó a
tomar forma en mi cabecita loca.
Había leído
“El retrato de Dorian Gray” dos semanas antes, y siempre he tenido mucha
imaginación… ¿Podéis adivinar lo que
pensé? ¡¡Exacto!! ¡Estaba ante la misma persona, solo que ahora era más joven,
mucho más joven que el día anterior! ¡¡¡Tenía un pacto con el Maligno!!! Conté atropelladamente estas sospechas a
mis amigas, que eran tan sugestionables como yo. Nos apartamos unos pasos,
observamos con atención a aquél hombre, nos miramos entre nosotras… y salimos
corriendo hacia el colegio, hechas un mar de lágrimas y pegando gritos.
Tocamos el
timbre y nos abrió Sor Sacramento que, después de calmarnos escuchó atentamente
nuestra historia. Se le iba hinchando la vena de la frente a medida que
relataba nuestra traumática experiencia, incluyendo la lectura del libro de Mr.
Wilde. Cuando acabé, la monja nos regañó (una bronca de cuello vuelto, en
serio), nos llamó niñas estúpidas y, casi a empujones, nos sacó del colegio.
Oímos como cerraba la puerta con llave.
Algo más
calmadas, aunque no mucho, mis amigas y yo empezamos a caminar. Sin decir palabra optamos por la parada más lejana a la que acabábamos
de dejar atrás.
Imagen tomada de la red. Si el autor lo solicita, procederé
a retirarla del blog.
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Jajajajajajaj! Qué bien relatado !!! Por una vez sor Sacramento tenía razón
ResponderEliminarPor una vez... y sin que sirva de precedente, que era un bicho malo y lo sabe todo el que pasó por el cole, me encanta que te haya gustado. Besitos
EliminarAyyyyy bendita inocencia y bendita imaginación!! jajajaja.
ResponderEliminarMenuda aventura, Chari. Tan es así que pasando el tiempo aún la recuerdas con exactitud, y no es para menos. Seguro que tus amigas y tú tardásteis un tiempo en olvidaros del anciano-joven de la bufanda amarilla.
Como siempre, un relato estupendo que me ha hecho sonreir. Gracias!
Besos y feliz viernes para ti :)
Pasamos auténtico miedo, ahora me río pero ese día fue horrible... y lo malo es que también lo fue para mis amigas por culpa de mi imaginación... y de su impresionable forma de ser. Me alegra que te haya gustado. Un beso
EliminarJijjiji que imaginación. No me extraña que salieran corriendo. Yo también lo habría hecho.
ResponderEliminarUn besillo.
Corriendo, llorando y gritando... era para habernos visto. Es lo que tiene tener la imaginación desarrollada, que luego para pararla cuesta demasiado. Un beso, María, gracias por venir.
EliminarJajaja. Buena historia! Yo añadiría: moraleja. No leáis al Tito Oscar.W. estaba loco! Abrazos.
ResponderEliminarSi, loco... como todos los poetas (me incluyo), qué bien escribía, sus cuentos me vuelven loca. Los he leído en inglés, francés y of course en castellano. ¡¡¡Me encantan!!! Gracias por leer y comentar y buen finde. Besos
EliminarMuy buen micro, me ha hecho mucha gracia imaginar vuestro miedo y la reacción de la monja. Lo comparto, amiga, feliz viernes,
ResponderEliminarSi yo hubiera imaginado que nos iba a abrir la puerta Sor Sacramento me hubiese quedado con el joven-viejo, mejor alguien que ha hecho un pacto con el diablo que el propio Satanás. Era terrible la monja. Gracias por compartir, me alegro que te haya gustado. Un besote
EliminarQué imaginación! Me encanta! ;). Un besito!
ResponderEliminarCómo me alegra que te guste, Eva. Te mando un beso muy fuerte, feliz finde
EliminarAyyyyy me encanta!!!! Adoro a Oscar Wilde y también soy muy de imaginarme cosas.
ResponderEliminarYo en un post conté una anécdota, una vez salí del portal con mi ghermana para ir a coger el bus y a la vez que nosotras empezó a andar un hombre leyendo el periódico.
Eso era tan de peli de espías que como una loca eché a correr creyendo que me perseguía mientras le gritaba a mi hermana que corriera. Crucé la carretera como una loca e intenté atravesar un jardín y me tragué unas arandelas que lo bordeaban y caí echada a la larga y destrocé mi pantalón blanco, y encima una de las manchas era de un marrón que no quiero ni saber lo que era.
Tú historia es muchísimo mejor pero me he sentido identificada porque se me dispara la imaginación a la mínima,jejej.
Un besito y lo has contado genial.
Jajaja, pues sí que nos parecemos. Yo me expuse a la bronca de la monja, pero en serio que si llego a imaginar que me iba a encontrar con ella me quedo en la parada del bus, porque la monja daba pavor. Oscar Wilde me fascina, sus cuentos son poesía pura, no pueden ser más bonitos. Los he leído en castellano, francés e ingles, y me fascinan. El cuento de El gigante egoísta me hace llorar cada vez que lo leo (o sea, una vez al año) es delicioso, usa el lenguaje de una forma tan poética que llega a mi corazón. Un beso, Marigem, gracias por pasarte.
EliminarPues yo creo que sor Sacramento estaba equivocada y además ella debería creer en el diablo pues sale en la Biblia ¿no?
ResponderEliminarUn beso Chari
Sor Sacramento SIEMPRE estaba equivocada, pero como tenía tan mala baba cualquiera se lo discutía. Además, ella era El Diablo, como para no creer en él. Un beso, Kirke
EliminarOpino como Kirke: era el mismo hombre. ¿Qué voy a decir yo, que en un pueblecito de la Bretaña francesa me di de bruces con Merlín, me sonrió con ojos de pillo y ¡plop!, desapareció? Conste que no lo vi yo sola. Que sí, Chari, que sí, que lo tuyo no fue cosa de la imaginación. ¡Monjas descreídas!
ResponderEliminarYo vi una vez un duende cerca de mi casa, me sonrió con picardía y desapareció ¡¡¡Y nadie me cree!!! Mi hermana dice que tuve una alucinación... pero te juro que no me fumé nada ni lamí la chepa de un sapo. Como para contárselo a la monja, jajaja. Un besote, Carmen
EliminarWhat a cool story of what happens when imagination finds an active mind in which to play! This is what happens in those years after we are too old to believe that there are monsters under the bed as we fight to go to sleep at night and too young to know that pacts with the devil are the doings of politicians. Thank you so much for sharing, Chari! Kisses and a pleasant weekend to you!
ResponderEliminarMe encantan tus comentarios, son poéticos, divertidos y están tan bien redactados... gracias por leerme a diario, por comentar y por ser tan amable conmigo y mis escritos. Un beso enorme, Paula, feliz fin de semana
EliminarEs que te imagino a ti y a tus amigas, jejee, imaginación para que te quiero jejeje. Ahora la reacción de la monja también me la imagino y me entra risa, risa que por supuesto a vosotras no os entraria en aquel momento, y que por otra parte al ser monja es lógica. me ha gustado muchisimo, y es que leer O.Wilde es lo que tiene ejjee. Me encanta como relatas tus acontecimientos. besazos tere.
ResponderEliminarNi te imaginas el miedo que pasamos, pero lo peor fue la bronca de la monja. Esa sí que era el diablo. Un beso Tere, gracias por comentar y leerme cada día
EliminarQuién puede dudarlo, xd. La misma noche que lo conocisteis hizo el pacto con el diablo. Seguro que tenía el cuadro en el salón de su vieja, enorme y destartalada casa. Qué aventura!! A mí teníais que haberme pillado y no a la sosa de Sor Sacramento.
ResponderEliminarMuy buena historia.
Seguro que sí, en un salón con muebles mohosos y olor a cera de vela... me lo puedo imaginar. Y si que fue una aventura, lástima que no nos siguieran el rollo. Un beso, Rosa y gracias por pasarte y comentar
EliminarGran historia y una gran imaginación. Monstruos y otras cosas como las hadas y fantasmas son tan reales como su imaginación los hace. Para mí todos ellos siguen viviendo en mi imaginación, escribo sobre de vez en cuando. gracias por compartir Chari
ResponderEliminarPues creo que eres una afortunada de tenerlos aún en tu imaginación, las hadas, los elfos y duendes... todos los personajes de fantasía te harán ser joven de espíritu siempre. Un beso enorme, Cindy
EliminarDivertidísimo micro Chari, no quiero ni pensar qué gesto debió tener Sor Sacramento al tiempo que se le iba hincando la vena y antes de que os sacase del colegio...¡pobrecilla y con ese nombre tan rimbombante! ja,ja,ja,jaaa
ResponderEliminar¡Feliz fin de semana!
Síii, era para haberla visto. Daba más miedo ella que el viejo-joven que podía estar en tratos con Lucifer... era tremenda. Gracias por pasar y comentar. Feliz finde.
EliminarMuy simpática tu historia, Chari. Conozco bien a las monjas, por lo cual me siento bastante identificada.¡Y todo por culpa del genial Wilde! Un placer leerte.
ResponderEliminarBesos!
Fer
Sí, algunas monjas eran tremendas, y Sor Sacramento se llevaba la palma. Oscar Wilde es uno de mis autores favoritos, me encantan sus cuentos, son tremendamente poéticos. Un beso y mil gracias por venir.
EliminarJoer con la monja. ¿No se supone que debería haberos tranquilizado?
ResponderEliminarLo de amar al prójimo a algunas les iba un pelín grande.
Un besico, Chari.
La monja en cuestión era de la piel de Satanás, en serio. Con las demás no tuve jamás problemas, pero Sor Sacramento... ufff, miedo daba.
EliminarUn beso enorme, Sue
Muy bueno Chari ¡la imaginación al poder! Yo me habría quedado con el joven para preguntarle si era Dorian Gray en vez de salir corriendo hacia el colegio y contárselo a Sor Sacramento. Un abrazo
ResponderEliminar¿¿Y si, para hacer una broma nos dice que SÍ es Dorian Gray?? A mi me da un infarto, de verdad, jajaja.
EliminarUn beso enorme, Mamen