Mi segundo año
(cursaba tercero de EGB) en el colegio de monjas del que siempre os hablo fue
genial, porque hice una nueva amiga que me libró de muchos problemas y con la
que compartí muchas experiencias.
Se llamaba
Rosario, como yo, pero a parte de eso no nos parecíamos demasiado: ella era
alta, fuerte, extrovertida y valiente, mientras que yo era pequeñita, “poca
cosa”, tímida y asustadiza. Quizá por el hecho de ser así de diferentes nos
llevábamos tan bien. Cuando nos veían juntas nuestras compañeras decían que
parecíamos “el punto y la i”. Como en comparación con ella yo era tan
chiquitita, Rosario me llamaba
“Mosquito”.
En el patio
las niñas que iban a los cursos superiores hacían equipos y solían jugar con el
balón a “matar”. Según los manuales éste es un “juego de tipo psicomotor y
cognitivo que es útil para ejercitar la movilidad de todo el cuerpo y potenciar
la cooperación”, pero en mi colegio sólo servía para que las mayores pegaran
balonazos a las que consideraban más débiles e inofensivas, y yo era una de
estas últimas.
Un día, a la
hora del almuerzo, estaba paseando sin meterme con nadie cuando recibí un
fuerte pelotazo en el costado. Fue tal la impresión que el bocadillo que me
estaba comiendo se me cayó al suelo, y al volverme vi que un grupito de
“mayores” se acercaba con ganas de bronca. Estaba muerta de miedo, tanto que empecé a gritar: “¡¡Rosario,
Rosario!!” Mi amiga surgió como de la nada, en dos saltos se plantó a mi lado y
se lió a mamporros con mis agresoras mientras les decía entre dientes: “¡No
molestéis a mi Mosquito!”
Me encantaba
el apodo, a pesar de los años me sigue llenando de ternura recordarlo pues
estaba puesto desde el cariño sincero. Para mí, ella era simplemente “Rosario”,
sin diminutivos, un nombre tan grande como el de la persona que lo llevaba. Mi
amiga y yo compartimos muchos buenos ratos, pero el de aquella mañana fue
especial porque consolidó más aún nuestro cariño y, además, porque me convertí
en intocable: ¡¡¡nunca se volvieron a meter conmigo en todos los años que pasé
en el colegio!!!
Imágenes de la red. Procederé a eliminarlas del blog si el autor así lo solicita |
Las amigas de la infancia son inolvidables. Y lo malo es que el acoso escolar siempre ha existido. ¿Por qué será que los fuertes siempre intentan amedrentar a los más débiles? Fuertes por llamarlos de alguna manera, porque en realidad no creo que lo sean.
ResponderEliminarUn besillo.
Tienes razón, se les llama "fuertes" por decir algo, pero en realidad son mucho más débiles que aquellos a los que atacan. A mi me salvó Rosario, de verdad, porque las mayores tenían mucha mala baba.
EliminarUn beso, María
Vaya me ha encantado tu anécdota del cole, y desde luego me gusta más que tengas tan bueno recuerdo de aquella compi que te hizo sentir el sentido de la amistad con mayúsculas durante aquella época. un beso. TERE.
ResponderEliminarSe portó genial conmigo, Rosario era un encanto de chica y me salvó de una buena. Me alegra que te haya gustado el relato, Tere. Un beso enorme
EliminarHola Chari!!!!! Ya sabes que me encantan tus anécdotas de infancia...El mote es genial, como la prota de unos libros que leía de pequeña, mola.
ResponderEliminarY las mayores siempre tan abusonas, grrrrrr.
Un besín y feliz lunes, yo también he retomado el blog, se acabaron las vacaciones.
Hola, Gema. Bienvenida de vuelta de las vacaciones. Me alegra que te haya gustado la anécdota, y el mote como digo lo recuerdo con muchísimo cariño. Un beso enorme
EliminarQue maravilla tener una amiga en el colegio de niña y que te acuerdes de alguna anécdota. ¡Me has iluminado! Algunos de mis recuerdos han venido a mi mente e intentaré plasmarlos y ponerlos por estos lares.
ResponderEliminarSi que es bonito tener amigas en la infancia. Estas anécdotas me recuerdan momentos muy dichosos. Me alegra haberte traído también recuerdos, espero que los plasmes y los compartas con nosotros. Un beso, María del Carmen
EliminarQue bonita historia. En todos los coles hay abusones que se meten con los peques. Lo triste es, que en el mundo adulto sigue ocurriendo lo mismo y en este caso, no hay una voz que se alce ante los débiles e indefensos. Los mosquitos tendrán que empezar a revelarse y clavar sus aguijones a los agresores. Leasé: cualquier aprovechado.
ResponderEliminarBesos
Es cierto lo que dices, Francisco, abusones hay en todos lados, gente que no sabe lidiar con su frustración o sus propios problemas y lo pagan con los demás. Tendremos que ir afilando los aguijones, jejeje. Un beso enorme
EliminarUn mosquito amado es mucho mosquito. Y tu amiga te quería...
ResponderEliminar¡¡¡Me quería un montón, y yo a ella!!! Y por eso me encantaba el mote. Un beso enorme, Manuel, gracias por leer y comentar
EliminarEs bueno poder contar con los amigos, y en ocasiones como la que describes mucho más... menudo susto. Un beso, Julio David
ResponderEliminarYo tenía un amigo así, ella nombre era Helen. Que utilizo para conseguir intimidado mucho en la escuela y pasaba la mayor parte de mi tiempo, escondido en el monte durante el recreo. No me importaba, me encantó el bosque y el pequeño criaturas mejores más que gente de todas formas. Pero cuando yo estaba con Helen era diferente, incluso los bravucones se mantuvieron alejados. Nos encantó tirando bromas a la gente cuando estábamos en la ciudad, Ser travieso estar seguro de que me metí en problemas un par de veces. De todos modos, eso es una entrada de blog en sí mismo. Espero que usted va a compartir más en el futuro acerca de su amigo. Gracias por compartir querida amiga Chari. {:o)
ResponderEliminarSi que es curioso las cosas que tenemos en común, Cindy. Espero que te animes y publiques las anécdotas en tu blog, me encantará leerlas. Un beso enorme
EliminarQué mote más bonito! y qué bien que tu tocaya te protegiera aunque me da que tú sola eras capaz de enfrentarte a cualquiera porque los mosquitos pueden convertirse en una auténtica tortura y hasta pueden ser mortales (si transmiten alguna enfermedad infecciosa) así que tú también podrías haber sido muy peligrosa.
ResponderEliminarEl juego de balón ese que dices "a matar" creo que es el que en mi colegio llamábamos "balón prisionero" y también debíamos tener cuidado con algunas brutas que lo que hacían era pegar balonazos con muy mala intención.
Preciosa historia, Chari.
El mote me iba que ni pintado, aunque yo no era capaz de "picar" a nadie, por lo menos en ese curso, era muy tímida y no me atrevía ni a levantar la voz.
EliminarMe alegra que te haya gustado mi anécdota, Kirke. Un beso enorme
¡Eso es genial! las amigas del colegio, de la infancia, son las que si de verdad hay amistad entre ellas, son las que se convierten en amigas del Alma. Es una experiencia preciosa Chari, y entiendo que aunque te llamara "mosquito" lo tomaras como un elogio.
ResponderEliminarGracias por compartirla.
Muchos besos;))
Fue una amiga genial, luego la vida nos separó, pero la recuerdo con muchísimo cariño y me encanta el mote que me puso, porque no podía ser más cariñoso. Mil besos
EliminarEntrañable historia y estoy de acuerdo con Kirke en que el mote de mosquito es precioso. Pensándolo bien, en el cole lo pasamos genial.
ResponderEliminarUn beso.
Sí que es bonito, lo recuerdo con muchísimo cariño, Rosa, y también a la que me lo puso. Un beso enorme
EliminarJo ¡Qué bonito! Amigas inolvidables y recuerdos permanentes. Es cierto, mis recuerdos perennes pertenecen a mi época en el colegio -también de monjas franciscanas-. Es un placer leerte. Besos.
ResponderEliminarSon recuerdos que se quedan para siempre, y de verdad que a partir de ese día mi vida cambió, nunca más se volvieron a meter conmigo y me libré de muchos disgustos. Rosario y yo compartimos muy buenos momentos. Un beso enorme, Macarena
EliminarChari. "Donde las dan las toman"
ResponderEliminarAquí te dejo un premio que no tienes, y aunque lo tuvieras de nuevo te lo daría.
Besos de Lunes.
http://abrazodelibro.blogspot.com.es/2016/01/empezar-el-ano-ya-tiene-premio-1.html
Muchísimas gracias, Francisco, por el premio y por acordarte de mi. Un beso enorme
EliminarQué hermosa historia gracias por compartir
ResponderEliminarSí que es bonito, son historias que marcan para siempre. Besos, gracias por leer y comentar
EliminarNo puede molestar un apodo que está puesto desde el cariño, desde luego, y entiendo que aún hoy te siga gustando, ¡es muy ocurrente!.
ResponderEliminarMe ha encantado tu anécdota y me ha recordado a algo parecido que sucedía entre mi hermana y yo. En este caso yo hacía el papel de "Rosario" y ella el de "Mosquito". Solo nos diferenciábamos por un curso y todas las niñas sabían que si tocaban a mi hermana "chica" se las tendrían que ver conmigo. Reconozco que aún hoy tengo mucho instinto de protección hacia ella, y eso que es una mujer hecha y derecha que se las apaña muy bien sola. Será porque es la más peque de las cuatro chicas.
Gracias por compartir con nosotros tus recuerdos de infancia. Consigues transportarnos a una época muy feliz y siempre nos arrancas una sonrisa :)
Un beso enorme, Chari!!
Me alegro de traer buenos recuerdos, Julia, y no te preocupes si sigues protegiendo a tu hermana, es algo normal, yo también protejo a la mía y nos llevamos sólo un año... es lo que tiene ser la mayor. Un beso enorme, y feliz noche
Eliminar¡Lo que tú tenías era el primo de Zumosol! Qué bonita historia, Chari. Yo también soy de la EGB, con todo lo que aquello conllevó. Patio jugando a matar, a pichi, a churro, mediamanga, mangotero... Y a amigas para siempre.
ResponderEliminarMi mejor amiga y yo lo somos desde los 3 años. Como ella dice: Entramos en el colegio el primer día y nos dimos la mano, y todavía no nos la hemos soltado. Grandes amigas.
Un beso, Chari. Me ha encantado.
¡¡Qué suerte, Elisenda!! Por desgracia yo perdí de vista a Rosario porque no acabó la EGB en el mismo curso que yo... era una gran persona, de tamaño y corazón. Un beso enorme
EliminarYour story reminds me of my own days in school, where I was neither a "big" girl nor was i so small that I had a protector. I was always in fights. My mother and the nuns never knew. I learned young that a kick in the ribs was often enough to make the biggest pest walk away looking for breath! Thank you for sharing and have a pleasant evening!
ResponderEliminarA mi me hubiera venido de maravilla ese consejo por entonces, aunque el golpe en las costillas me lo dieron a mi con la pelota y me dejaron sin respiración. Por suerte sí que tuve una gran defensora. Un beso enorme, Paula, gracias por compartir tus recuerdos
EliminarMira qué casualidad. A mí en mis tiempos de jugador de beisbol cuando era niño y adolescente me apodaban el mosco. El apodo me lo puso nuestro entrenador debido a lo delgado que era.
ResponderEliminarHa sido una anécdota muy linda. Como siempre contada con las palabras precisas.
Te dejo un gran abrazo.
También he descubierto que te llamas Rosario =)
¡¡¡Qué bueno, Gildardo!!! El mosco y el mosquito, mira tú la de cosas que tenemos en común, jajaja. Me alegra que te haya gustado mi anécdota. Pensé que sabías que mi nombre es María del Rosario, Chari es el diminutivo y me gusta más.
EliminarUn beso enorme
Es lindo descubrir cosas en común con alguien que te agrada.
EliminarAcá en la tierra de Cuauhtémoc y el tequila a las Rosarios se les dice Chayo. No sé si esto lo sabías =)
No sabía que se llamaban así, Gildardo, gracias por decírmelo. Y si que es bonito tener cosas en común con quien te agrada. Mil besos
EliminarMe ha resultado muy simpático tu apodo. ;) Una bonita anécdota contada de un modo aún más bonito. ;)
ResponderEliminarUn besote, guapa. Feliz año y todas esas cosillas, que ando de un liado... =/
Me alegra que mi anécdota te haya gustado, Soledad, y me alegra también verte por aquí. Me apetece un montón volver a leer tus entradas, pero tu tranqui que mientras tengas lio te estaremos esperando. Un gran beso y feliz año
Eliminar!Qué buen relato, evocador de esos patios de colegio, donde se juega al "quemao" le decimos aquí, y por cierto yo era pésima. Leerte devolvió la película a la infancia de todos los que tuvimos una Rosario que nos defendiera. Qué linda infancia Chari. gracias por hacernos recordar la nuestra a través de la tuya. Besos
ResponderEliminarMe hace muy feliz que mis relatos os hagan evocar cosas, y os traigan recuerdos. La infancia es una etapa maravillosa y me gusta poder compartir estos fragmentos de la mía con vosotros. Mil besos, María
EliminarEste tipo de anécdotas son de las que una se acuerda de mayor siempre, siempre quedan en la recámara, pase el tiempo que pase.
ResponderEliminarBesitos.
No podría olvidarla jamás, fue una amiga estupenda y de veras que me salvó de muchos malos ratos. Las "mayores" eran muy abusonas, yo nunca fui así al crecer, me gustó convertirme en protectora como mi "Rosario".
EliminarUn beso grande
Caramba, Chari. Lo que describes casi parece un ambiente carcelero en el que el "nuevo" necesita de la protección del "matón", del más respetado o del más fuerte. No me imaginaba ese comportamiento en un colegio de "niñas" y en aquella época, llámame anticuado. Supongo que no sería un colegio de monjas, ¿o si?
ResponderEliminarYo también tuve un compañero con el que físicamente contrastaba (el muy alto y yo, con doce o trece años, más bien bajito) y con el que compartía pupitre. Cada vez que entraba el profesor en la clase y nos poníamos en pie, él me miraba de arriba abajo y me decía "enano" despectivamente. A diferencia de tu amiga Rosario, no era santo de mi devoción.
Un abrazo.
Pues sí, Josep, era un cole sólo de chicas y, además, de monjas. Pero es que abusones ha habido en todas las épocas y en todo tipo de entornos. Ya ves lo que te pasó a ti con tu compañero (sigue siendo abuso, aunque sea verbal). Mi amiga era una gran persona, nunca se metía con nadie a no ser que fuera para defender a alguien más débil que ella.
EliminarUn gran beso
Qué genial es esa sensación (y en la infancia todavía más) de contar con alguien al 100%. Es increíble como esos recuerdos jamás nos dejan, los buenos, y los peores. Abusones siempre ha habido y siempre habrá. Yo recuerdo, siendo una enana de 5 añitos, que me acerqué a beber a una fuente que había en el patio del cole. Entonces, sin mediar palabra apareció un "mayor" y me agarró por el cuello del abrigo porque decía que en esa fuente yo no bebía. Tuve tanto miedo que me tuvieron que cambiar en la cocina del cole porque me hice pis. Pasé mucha vergüenza, pero luego mi amiga Laura se mojó a propósito en un charco, y al final, las dos fuimos todo el día con los pantalones horrendos que nos daban en el comedor como si fuesen geniales. Por cierto aún tengo "fichada" en mis archivos oscuros la cara de "el agresor". :). Besitos.
ResponderEliminarSí que es cierto que agresores ha habido siempre. Es gente que se siente inferior y la única manera que debe encontrar para combatir esa inferioridad es molestar y humillar al resto. Despreciable. Creo que tu amiga Laura fue un cielo, se portó de lujo. Y no me extraña que aún tengas "fichada" la cara del agresor... yo recuerdo la cara que se les quedó a las abusonas cuando Rosario las pilló por banda, jejeje.
EliminarMil besos
Una bonita historia que, contada por ti, siempre va cargada de ternura y toques divertidos... qué me gusta leerte, Chari!
ResponderEliminarEn mi cole también se usaba el matar para ese fin... aún recuerdo el dolor de alguno de los balozanos...
Miles de besos!!!
Yo me libré de los balonazos a partir de ese día, en serio, ni uno sólo más. Rosario me hizo un favor enorme.
EliminarMe alegra muchísimo que te guste lo que escribo, Flora, es un placer compartir mis cositas con gente tan maravillosa como tú, y te lo digo de corazón.
Un beso enorme
"Mosquito"
ResponderEliminarEs dulce leerte, derrochas ternura, cuentas las cosas de esa forma q sin ser tuyas, te hacen "vivirlas". Me encantó.
Te sonrío conn el Alma.
Muchísimas gracias, qué comentario tan bonito. Me alegra que mis pequeñas historias os gusten y os lleguen así. Mil besos
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