A pesar de lo
que pueda parecer por mis anécdotas, nunca fui una niña traviesa. ¡¡En serio!!
Eso no quiere decir que, de tanto en tanto, no hiciera alguna de las mías. Os
puedo asegurar dos cosas: una, que cuando hacía una travesura era sonada y
otra, que nunca, nunca me pillaron… por fortuna.
Recuerdo un
mediodía de otoño (quizá fuese de primavera, pero es que cuando estaba
en el comedor el mundo me parecía tan
gris). Mis amigas y yo estábamos acabando la comida, que era tan
detestable como de costumbre. El día había sido malísimo, y para colmo teníamos
un examen de matemáticas a primera hora de la tarde. Lo único que nos faltaba
para terminar de amargarnos era saber que había naranjas de postre.
Las naranjas
me gustan, pero de niña las detestaba porque una vez Sor Sacramento me obligó a
comerme una que tenía “bicho”, así que en cuanto las veía me entraban sudores
fríos. Tampoco a mis amigas les gustaban y yo me ofrecí a deshacerme de los
postres por ellas.
Me fui a los aseos,
pero como los de las alumnas estaban muy vigilados opté por una opción más
segura: dirigirme a los baños de las monjas (que, por supuesto, no debíamos
utilizar jamás, ¡ay, qué risa!) y esconder allí el cuerpo del delito. El
problema era dónde dejar las tres naranjas que llevaba camufladas en el “baby”.
No se me ocurrió nada mejor que meterlas en la cisterna y abandonar el
escenario del crimen con toda la naturalidad del mundo.
Cuando ya
estábamos recogiendo nuestras servilletas y nos disponíamos a abandonar el
comedor, escuchamos un aullido que provenía del pasillo y que iba creciendo en
intensidad a medida que se acercaba a nosotras.
¡¿Quién ha
sido?! ¡¿Quién ha sido?! – vociferaba Sor Sacramento. Al parecer
la cisterna del baño de las monjas se había atascado y había agua por todas
partes – Os quedaréis aquí encerradas hasta que aparezca la culpable.
Pero nadie
dijo nada pues nadie me había visto. Tampoco mis amigas me delataron y yo, que no quería meterme en líos, mantuve la
boca bien cerrada y puse carita de
sorpresa y pasmo, como el resto de mis compañeras. Estuvimos toda la tarde
encerradas en el comedor, aguantando las imprecaciones de Sor Sacra y su enfado. ¿Sabéis que fue lo más difícil? Disimular y poner
expresión de fastidio cuando, en realidad, estaba más que feliz porque ¡nos perdimos el examen de matemáticas!
Al día siguiente le contamos al resto de la
clase lo que había sucedido en realidad…y así fue como me convertí en la
heroína oficial de 6ºA.
Imagen de la red. Procederé a eliminarla del blog si el autor de la misma lo solicita |
Me has recordado a mi época de comedor en el colegio de monjitas en el que un día comías lentejas, al siguiente arroz, y al otro arroz con lentejas, ¡lo detestaba! Igual que tú esas naranjas.
ResponderEliminar¡Muy gracioso tu post, superminichari! ;-)
Besos
Hola, Chelo, supongo que todas las que pasamos por colegios de monjas, y en especial las que nos quedábamos a comedor, tenemos un montón de anécdotas al respecto... ¡¡¡no creo que a ninguna le gustase la comida!!!
EliminarMe alegra que te haya gustado el relato. Un beso enorme
Hala!!!!! Me imagino tú cara, qué bueno!!!! Yo en ese sentido era muy tonta, si hacía algo, que no solía hacerlo, enseguida confesaba, y me sigue pasando igual y a veces es mucho mejor callar pero yo no puedo, me autodelato,jajajaja.
ResponderEliminarUn besito y estas anécdotas me encantan.
Yo hacía pocas cosas, en serio, pero si armaba algún lío me callaba como un muerto, y es que le tenía pánico a la monja, de verdad.
EliminarUn beso enorme, Gema, me alegro que te gusten mis historias ;)
Desde luego tenias mucho ingenio para deshacerte de las naranjas, jejje, y desde luego te imagino aguantar el tipo ante la monja jejee. Entiendo que si encima te hicieron comer una naranja con "bicho" las aborrecieras y te entraran todos los males. Me alegra que fueras las heroína y que por supuesto no te pillaran. Me encantan tus historias del cole. ESta me ha hecho recordar como escondía mi hermana la comida que no le gustaba, jeje. un beso enorme. tere
ResponderEliminarUfff, un ingenio que no veas, y no me deshacía solo de las naranjas: lentejas, judías y lo que me pusieras. Y los filetes rusos!!! (qué asquito). Era una experta, en serio.
EliminarUn beso enorme, Tere
Chari, muy bueno. Me encanta el texto. Gracias por compartir tus hermosas, hilarantes y bien trenzadas letras. Besitos. :-)
ResponderEliminarQué bien que te haya gustado, Juan, acabo de venir de leer tu poema y me has dejado con la boca abierta.
EliminarUn beso enorme
Muy bueno Chari,lo mejor que no hiciste el examen jajajaja,y tus amigas no te delataron,muy bonito
ResponderEliminar¡¡¡Nos libramos todas!!! Por eso, cuando conté la historia, me convertí en su heroína... no sabes tú como las gastaba sor Sacra en los exámenes, jeje.
EliminarUn gran beso, Pedro
Divertida anécdota. Yo jamás entré en un baño de las monjas. En su zona privada, creo que no entró nadie. Si fuera ahora...
ResponderEliminarPor supuesto que era su zona privada... y la mía, yo entraba siempre que podía porque estaban más limpios que los de las niñas, y nunca me pillaron, pero creo que debí ser la única, lo teníamos prohibidísimo, jajaja.
EliminarUn beso, Rosa
Las travesuras con la inocencia de la niñez, siempre pasan desapercibidas, ¡menuda trasta estaba hecha!! jajajja. Que bien recordar esas anécdotas con cariño y buen humor. Me alegro que todo te saliera bien.
ResponderEliminarGracias de nuevo por estos ratitos de buen talante y compañerismo que nos compartes.
Un montón de besos Chari.
Tengo un montón de anécdotas muy poco divertidas, pero os cuento estas que son las que prefiero recordar y las que sé que van a agradar. El resto, mejor olvidarlo. Me encanta transmitir buen humor, del mal rollo que se encargue otro, jeje. ;)
EliminarMil besos, Mila
So *that* is how you got your super hero status! I always wondered how it happened. Thank you for sharing a great story and have a pleasant Thursday evening, Chari.
ResponderEliminar¡¡¡Sí, Paula, así nació una heroína!!! jejeje, una anécdota totalmente real, me encanta poder compartirla con gente tan maja como tú. Un beso enorme
Eliminar¡Ay los colegios de monjas!
ResponderEliminarYo confieso que no he estado en ninguno. je je. Pero de curas si. Y os puedo asegurar que alguno era temible para nosotros.
Divertida la anécdota e imaginarte con baby ha sido lo mejor.
Besos "Super- Charito"
Uy, Francisco, seguro que tus curas no le llegaban a Sor Sacramento ni a la suela del zapato. Era "el diablo" hecho monja, en serio. Pero tengo anécdotas divertidas, que son las que os cuento, porque me encanta transmitir buen rollito. Me alegra que mi historia te haya gustado.
EliminarY me encanta el apodo!!!
Besitos
De vuelta en la escuela siempre casi todos los días había matones me persiguen y si quedó atrapado, tengo la culpa. Pero siempre he sido travieso y no importa si un matón, o no, muchas veces también estaban en el otro extremo de mis travesuras. Yo era un buen corredor. De todos modos no se puede ser un hada si usted no es travieso. Mi mamá era travieso también. Gracias por compartir este interesante pequeña historia +Chari
ResponderEliminar¡¡Es cierto!! No se puede ser un hada sin algo de picardía, tienes toda la razón. Me encantaría leer estas anécdotas de tu infancia, Cindy. La infancia de un hada... ¡apasionante!
EliminarUn gran beso, señora de las hadas
Las pocas veces que logré "colarme" en el convento de las monjas de mi colegio, lo que me llamó poderosamente la atención fue el silencio de ultratumba y la extrema limpieza. Podría haber pasado la lengua por los pisos que habría salido limpia, aunque no de culpa y cargo, ja, ja. ¡Ay, esas monjitas sí que dan para una novela entera, Chari! Me encantó tu relato.
ResponderEliminarTodo está muy acogedor y navideño por aquí: precioso ;)!
Muchos besos!
Fer
Si que dan para una novela, sí. Y en mi colegio era igual, la zona de las monjas estaba impoluta, y lo puedo afirmar porque me la recorrí al dedillo, jeje.
EliminarMe encanta que te guste el blog, un beso enorme, Fer
Encantada de visitarte y leerte Chari, muy buen texto.
ResponderEliminarMi felicitación.
Abrazo grande.
Me alegra que te haya gustado, Carmen, un placer tenerte aquí. Mil besos
EliminarMenudo "bichucho" estabas tú hecha, Chari!! jajajajaa.
ResponderEliminarEl relato me ha encantado y me ha hecho sonreir, como no podía ser de otra manera, pero hay algo que me ha llamado mucho la atención, y es el hecho de que tus amigas primero y tus compis de clase después, te guardaran el secreto. ¡Me parece admirable que no hubiera ninguna "chivata"! No estoy tan segura de que hoy en día las cosas hubiera sido igual.
Ya lo sabía, pero hoy queda confirmado: ¡¡eres una chica lista!! jajajaja.
Un besito de jueves!!
A mi me sorprende lo mismo, no te creas. No de mis amigas, ellas no me hubieran delatado nunca, pero el hecho de que ninguna de las de clase se chivara fue todo un logro. Hay muchas cosas más de las que no se chivaron, jejeje, pero esas me las guardo para otro post. ;)
EliminarUn beso enorme, Julia
¡Qué maestra, buenísima historia Chari! Sin duda, de haber estado en mi clase, hubieras sido mi heroína también. ¡Gracias por alegrarme la tarde, besos! :)
ResponderEliminarGracias a ti por venir y por tu comentario, me alegra haberte alegrado la tarde con mi historia ;)
EliminarMil besos, Alexandra
Yo estudié en un colegio laico y luego en un instituto así que no tuve monjas de las que vengarme. Trastadas sí que hacíamos igualmente pero recuerdo una en la que el castigo consistió en ponernos un examen extra, así que a lo mejor, Chari, las monjas no eran tan malas eh? jajaja.
ResponderEliminarUn besote.
Nooo, no tengo quejas de las monjas, sólo de una (Sor Sacramento) que era de la piel del demonio. Las demás eran encantadoras, con sus cosillas pero muy buena gente. Y el cabreo que se pilló Sor Sacra no la dejó pensar en el castigo, jejeje.
EliminarUn beso enorme, Kirke
Jajaja me ha encantado. El ver la cara de las monjas también tuvo que ser un premio. A mi en la guardería me obligaron a comer tarta. Desde entonces no lapruebo, jeje.
ResponderEliminarUn besillo.
Uy, la cara de la monja no te se decir, yo miraba a mi alrededor con expresión de susto pero a ella a la cara... jamás. Me hubiera convertido en piedra o algo así. Era un bicho Sor Sacra. ¡Qué fuerte lo que llega a influir en tu vida lo que te hacen de niño!
EliminarUn beso, María, feliz fin de semana
Buena anécdota Chari y qué lista has sido siempre!!! ja,ja,ja,ja
ResponderEliminarPor supuesto que te ganaste el título a pulso ¡menuda la que liaste! ja,ja,ja,ja y además os salvasteis por los pelos del examen de Mates, que a mi tampoco me han hecho nunca gracia.
Muchos besitos
Sí que la lie bien, si. Lo curioso fue que no me descubrieran, creo que tenía bastante suerte además de mucha imaginación, jeje.
EliminarUn beso enorme, feliz finde
Celebro que tus travesuras fueran sonadas ¿pa qué si no? buen relato
ResponderEliminarPues sí señora, puestas a ser traviesas... ¿para qué quedarse en la mediocridad? Estas pequeñas travesuras me alegraban días difíciles de cole, y si alguna vez puse a Sor Sacramento en un brete... ¡¡¡ME ALEEEEGRO!!!
EliminarUn millón de besos
Algo traviesa sí que eras, no lo puedes negar. Hay que reconocer, sin embargo, que tenías unas ideas la mar de originales. Lo único recriminatorio sería el haber callado y con ello perjudicar a toda la clase, pero ¿quién en tu lugar y a tu edad habría sido tan valiente, sobre todo ante las monjas?
ResponderEliminarTodos los críos, por formales que fuéramos, hicimos alguna que otra tropelía. Yo mismo, que era un santo, hice alguna muy gorda, que también fue objeto de una entrada en mi blog Cuaderno de bitácora hace ya bastante tiempo.
Así que quien esté libre de culpa que tire lo que le venga en gana.
Un abrazo.
Un poquillo traviesa sí era, pero muy poquito. Lo que pasa es que para una que hacía, la hacía bien. Y las compañeras de clase me adoraron cuando supieron que gracias a mí se habían librado del examen. De hecho, ninguna se chivó... con eso te lo digo todo.
EliminarSon buenos momentos, Josep, y me encantaría conocer esa que armaste gorda.
Un beso grande, y mil gracias por tu comentario
¡Ayy! Qué recuerdos. En mi cole, era un héroe el que era capaz de deshacerse de las albóndigas. Había un montón de maneras ;). Besitos
ResponderEliminar¡¡En el mío también!! La favorita era tirarlas catapultadas a través de una ventana que daba a un patio... Allí había dos perritos que estaban obesos, imagina por qué. Un beso grande, Eva.
EliminarQué bonitos recuerdos de niñez, esas travesuras...inocentes.
ResponderEliminarHas hecho que sonría recordando esas aventuras en el cole...
Feliz día
Sí que son recuerdos bonitos, aunque las travesuras... inocentes... jejeje, en fin. Me alegra mucho haberte hecho sonreír. Un beso enorme
EliminarJajajaja
ResponderEliminarMenuda idea, si te pilla la monja fijo que te muele a palos XD Yo también me las apañaba para hacer desaparecer comida indeseada, pero es que YO si que era travieso. Menudo era yo, vaya.
Me ha encantado este post, es exáctamente lo que busco en un buen blog :)
Jejeje, la monja no me hubiera molido a palos, pero hubiera tenido más motivos para odiarme. La comida la tiraba siempre, la suerte es que jamás me pillaron. Me alegra que te haya gustado la entrada y mi blog.
EliminarUn besote
Chari, muy bello relato, eras una niña traviesa.
ResponderEliminarChari yo estuve interna en un convento de las monjitas Adoratrices de Santa Micaela, era una congregación española acá en Argentina, ellas eran monjas de clausura.
Tengo muy gratos recuerdos de esa época.
Te cuento una travesura mía que me dejó una enseñanza de vida.
Todos los domingos una monjita elegía a una de las niñas para pasar la canastita para que los fieles dejen unas monedas, un día me toco a mi pasar la canastita y al terminar la misa yo pasaba por todos los bancos y me dejaban las monedas pero uno de los fieles dejo un billete, yo nunca había tenido un billete y lo saque de canastita y me lo guardé en mi bolsillo. al terminar entregue la canasta llena de monedas a la monjita y ella me la tomo con una sonrisa y me dijo... acá falta un billete! ella metió la mano en mi bolsillo y tomo el billete, me sentí avergonzada y triste por perder ese billete y encima por ese acto me dieron de penitencia limpiar la cocina durante dos días.
Al pasar esos dos días viene la monjita y me dice...estas cansada? le digo si, es un trabajo muy pesado para mi sola lavar tantos platos, fuentes y demás cosas que se juntan en una cocina donde se cocina para tantas niñas.
Me miró y extendió su mano hacia mi bolsillo y me dijo...niña nunca olvides que si quieres algo tienes que luchar y trabajar para lograrlo, lo que viene rápido se va fácilmente, y se fue, al irse la monjita metí mi mano en mi bolsillo y para mi asombro estaba el billete.
me puse contenta, feliz y fui a darle las gracias a la monjita, ella me sonrió y me dijo...nunca olvides este momento y valora todo lo que te da la vida, no lo malgastes y me dice vete a jugar que ya esta por terminar el recreo.
Chari, así como esta historia hubo muchas en el tiempo que estuve en ese colegio y te cuento que nunca me olvido de los consejos de esas monjitas que por ser monjas bailaban, hacían chistes, nos daban consejos y nos inculcaron la lectura diciéndonos que ella nos despejaban la mente y la abrían a un mundo de sabiduría.
Esas monjitas Adoratrices que su congregación fue fundada por Santa Micaela ya no esta en Argentina iluminaron mi camino.
.……….Chari Amiga
...._.;_'.-._...Gracias
...{`--..-.'_,}…..por
.{;..\,__...-'/}…los
.{..'-`.._;..-';…Momentos
....`'--.._..-'…Compartidos
........,--\\..,-"-.
........`-..\(..'-...\...Te dejo
...............\.;---,/..una flor
..........,-""-;\.....una sonrisa
......../....-'.)..\...y te deseo un
........\,---'`...\\..Hermoso fin de
.....................\|..AÑO 2016, que
………………Dios te bendiga
………..Gracias por estar…
……….Con todo mi cariño…
………..Noemí… Besitos …
¡¡Qué historia tan bonita y qué magnífico comentario!! Yo no tuve una buena experiencia en el colegio, pero sólo era una hermana la que me trataba mal. El resto eran muy buenas todas, y guardo buen recuerdo de ellas. Tu relato me ha encantado, Noemí, no me extraña que nunca olvidaras lo que te enseñó esa monjita, era muy sabia y muy buena. Te deseo unas maravillosas navidades y que el año 2016 esté lleno de cosas buenas para ti y los tuyos. Un beso enorme
EliminarChari, a veces me pongo mal cuando alguien habla mal de las monjitas, yo se que en este mundo no todo es bueno pero a veces se juzga a todos por alguien que fue malo.
ResponderEliminarYo a estas monjitas le debo mi educación, mis valores morales, no se si tu sentiste nombrar a esta congregación, son monjitas que para tratar con las niñas tienen que tener una preparación especial, lo único que les puedo reclamar a ellas es que cerca del convento había un espacio que los ricos lo usaban de tiro al blanco y el blanco eran las palomas y después le regalaban al convento todas las palomas y cada ves que en mi plato veía una paloma me quedaba sin comer, me metía la paloma en el bolsillo y en el recreo la tiraba o se la daba a una compañera para que se la coma ella pero eso me costaba el postre, así que pasaba un día muerta de hambre.
Chari, trajiste a mi memoria una etapa dura pero rescato de eso todo lo positivo que hubo en ella.
Besitos Chari, que Dios te bendiga.
Tienes razón, Noemí, a veces se juzga a todo un grupo por un sólo miembro, pero no es mi caso. Ni siquiera en mis relatos hablo de lo mal que me trató esta persona (y me daría para escribir un libro si quisiera) pero el resto de las hermanas eran muy buena gente.
EliminarNo me extraña que te dejaras la paloma, aún a sabiendas de que además te quedabas sin postre, a mi me hubiera pasado lo mismo.
Yo también pasé una etapa muy difícil, pero como ves traigo siempre lo positivo para mí y para aquellos que me leéis. Pensar sólo en lo malo sólo trae más tristeza, y yo no deseo eso ni para mí ni para nadie. Me alegra haber traído también algo positivo para ti. Mil besos