Os dejo el enlace por si queréis echar un vistazo a los capítulos anteriores. Los encontraréis en el blog de Ezequiel Miller. Itroducción. Capítulo 1. Capítulo 2.
Eliseo
temblaba de arriba abajo mientras encaminaba sus pasos hacia su oficina, se
sentía como si le hubiesen derramado sobre la cabeza una jarra de agua helada.
Nada de lo que estaba sucediendo tenía sentido,
por un momento volvió a pensar que tanto la visita del primer fantasma
como la de su tío Apolinario habían sido producto de una indigestión. Pero
entonces, ¿por qué se sentía tan asustado?
Seguía
rumiando estas ideas absurdas cuando abrió la puerta de la oficina. No había
nadie en ella, ni Robustiana ni el señor Burgoa. Le recibió un silencio
absoluto, acompañado de una luz fantasmal que lo envolvía todo y parecía
filtrarse a través de la puerta que daba a su mísero despacho. Se dirigió hacia
la portezuela despacio, sintiendo el sudor que a pesar del frío le corría por
la frente. El temblor de sus manos apenas le permitía aferrar el picaporte pero
finalmente consiguió abrirla pese al terror y la aprensión que sentía.
La
oficina que se mostró ante él no parecía la suya, estaba tan profusamente decorada
que casi no la reconocía. Las paredes lucían infinidad guirnaldas de hiedra
adornadas con piñas, bayas rojas y hojas de acebo y el escritorio, cuya única
decoración solía ser los libros de contabilidad y un flexo oxidado, aparecía
cubierto por un impoluto mantel rojo sobre el que se mostraban unas viandas
suculentas y una ponchera repleta de un líquido humeante que olía de maravilla.
Tras la mesa había un enorme abeto adornado con lazos dorados, bolas rojas y
luces de mil colores y junto a él, en la silla del propio Cameno, se sentaba
una curiosa dama que no cesaba de sonreír.
Eliseo no
había visto en su vida a una criatura como aquella: era una mujer
extremadamente alta, casi gigantesca, rubicunda y de mofletes y pechos
generosos. Vestía una holgada túnica verde bosque, adornada con ribetes de piel
blanca, que parecía estar tejida con estrellas y ramas de pino y bordeada por
nieve. El pelo de la dama, negro como ala de cuervo, estaba recogido en un
intrincado revoltijo de rizos, sujetos por una corona de hiedra y muérdago.
–Así que al
fin has decidido acercarte – le dijo con voz risueña – Te he estado esperando.
Soy el Espíritu de las Navidades Pasadas, sé que te han anunciado mi visita.
–No te pareces
nada al otro espíritu –se atrevió a decir Eliseo, aunque seguía temblando de
arriba abajo y no osaba a mirarla a los ojos –sois casi totalmente opuestos.
–Mis hermanos
y yo somos idénticos en la esencia, pero no en la forma. Eso nunca nos ha
importado. Nuestra vida es breve y no merece la pena entrar en esas
consideraciones, sólo nos dedicamos a llevar alegría al mundo en estos días. Y
bien ¿Estás preparado? No tenemos toda
la noche.
Eliseo
temblaba al rememorar el terrible viaje en autobús que acababa de padecer, pero
sus temores se desvanecieron en cuanto el espíritu se le acercó y le tendió su
brazo. Nada más tocarlo cesaron sus miedos y, de pronto, la habitación empezó
a dar vueltas alrededor de ambos: adornos, árbol, viandas… todo se entremezcló
en una espiral de colores que giraba sin cesar. Sintió que se mareaba, el
perfume del ponche del que tanto había
disfrutado segundos antes le provocaba arcadas, pues se movían a una velocidad
increíble. Cuando al fin se detuvieron,
él y el fantasma se encontraban en la calle, rodeados de gente para los que
eran invisibles.
Ya era casi de
noche, el reloj de la iglesia acababa de dar siete campanadas. Seguía siendo
Navidad, eso estaba claro, y las calles se mostraban tan engalanadas como el
despacho de Eliseo.
Recorrieron
las avenidas del centro observando a los adultos hacer sus compras, cargar con
paquetes de regalos, hablar con los conocidos o simplemente felicitarse a voces
las fiestas. Todo el mundo parecía estar de buen humor. Los niños se
arracimaban en torno al escaparate de la tienda de juguetes de la plaza mayor,
pegando sus naricillas a los cristales y dejando en ellos la vaporosa huella de
sus anhelos. Las sonrisas de la gente parecían mas sinceras y genuinas cuando
el espíritu pasaba por su lado, como si al rozarles con su manto todos sus problemas
se fundieran como la nieve. ¡Hasta Eliseo se permitió el lujo de sonreír al ver
la alegría de los pequeños que se contemplaban las luces que decoraban las
calles!
El espíritu
bendecía a cuantos se cruzaban en su camino y así pasaron buena parte de la
noche. Cuando ya se encontraban en uno de los barrios más pobres de la
población, el fantasma se detuvo. Estaban delante de un bloque de viviendas de
protección oficial y subieron hasta el segundo piso, que no era otro que el de
Robustiana, la empleada del señor Cameno.
Atravesaron
la puerta como si estuviesen hechos de humo, y pronto estuvieron en el salón. Era
muy humilde, pero parecía mucho más rico debido a la decoración
navideña que Robustiana y sus hijos habían confeccionado. Habían colocado en un
rincón un arbolito de plástico del que colgaban pompones de lana de todos los
colores. Una guirnalda hecha de palomitas de maíz lo envolvía de arriba abajo,
y en algunas de las puntas, podía verse aún alguno de los bastoncillos de
caramelo que había conseguido que los niños respetaran.
La mesa estaba
puesta en el centro, cubierta por un mantel blanco con estampaciones de flores
de Pascua. Al lado, en el aparador, habían montado el nacimiento, con troncos y
ramitas recogidas por los pequeños y las figuritas que habían comprado años
atrás. Un villancico sonaba en la radio y olía a la carne que se asaba
lentamente en el horno.
En ese
instante, tres niños entraron en tropel, riendo animadamente. Su madre salió de
la cocina para darles un beso y recoger los paquetes que le traían y después
les mandó a lavarse las manos pues la cena estaría enseguida. Los pequeños no
dejaban de mirar el árbol y Eliseo descubrió el motivo: había tres pequeños
paquetes junto al tronco, pero eran tan sobrios que no le extrañaba que le
hubieran pasado desapercibidos.
Los niños
ayudaron a sacar la comida y se sentaron a la mesa. El mayor recitó la oración
que su madre le había enseñado, en la que daban gracias, pedían por los menos
afortunados y dedicaban un recuerdo a su padre, y luego se dispusieron a atacar
la carne con patatas. Mientras comían, hablaban de sus juegos, de los amigos
del colegio a los que echaban de menos y de los trabajos que tendrían que hacer
antes de volver a clase. Su madre les miraba con devoción, ellos eran el motivo
de que siguiera celebrando con alegría las navidades después de la muerte de su
esposo cuatro años atrás.
Eliseo se
sentía a gusto escuchándoles, tan contento que también sonreía. Le hubiera
gustado probar ese guiso que tan bien olía o dar un sorbito al ponche navideño,
¡hacía tanto que no lo tomaba! Los niños abrieron sus regalos y a Eliseo le
sorprendió que, a pesar de que eran muy modestos, a ellos no parecía
importarles: no podían estar más felices. Quería seguir oyendo sus
historias, deseaba quedarse a escucharles cantar villancicos, pero el fantasma
le indicó con un gesto que tenían que continuar su camino.
Anduvieron
hasta llegar a la puerta de la residencia donde vivía la Señora Cameno, la
madre de Eliseo. Él no quería entrar, se avergonzaba de lo que intuía que iba a
ver, pero el espíritu no le dejó opción. Su madre estaba en el salón, jugando
al cinquillo con uno de los cuidadores, que había decidido quedarse con ella
para hacerle compañía. El recepcionista entró al instante anunciando a unos
jovencitos que venían a cantar villancicos. Entre ellos, estaba la muchacha
pelirroja que había tropezado con Eliseo el día anterior, luciendo la misma
gran sonrisa que le había dedicado a él. Fue muy cariñosa con la señora Cameno,
tanto que hasta su hijo se conmovió. ¡Se la veía tan frágil! ¡Y con qué poco se
contentaba, que no paraba de sonreír y dar suaves palmadas al compás de la
música!
–Por favor,
espíritu, dime si estoy a tiempo de compartir las próximas navidades con mi
madre.
–No, me temo
que no será posible. Lo siento mucho, pero
tu madre no vivirá otra Nochebuena, me parece que has llegado un poco
tarde –. Eliseo bajó los ojos, pero siguió haciendo preguntas al fantasma.
–Y a ella, a la joven… a la muchachita
pelirroja… ¿qué futuro le espera?
–Si las cosas
no cambian, el hambre y la necesidad la obligarán a juntarse con gente
despreciable, acabará vendiendo su cuerpo por unas míseras monedas y, en unos
años, la droga segará su vida.
–Pe… pero… –tartamudeó
Eliseo– ¡alguien debería hacerse cargo de ella, de ayudarla!
– ¿Por qué
habría de importarle a alguien? Tan sólo es una vaga que vive de la caridad.
Eliseo recordó
haber pronunciado esas mismas palabras ante la joven y de nuevo se sintió
avergonzado de su actitud. Durante un largo trecho anduvo con la cabeza baja y
cuando al fin encontró la fuerza para mirar de nuevo al fantasma, lo que
descubrió le dejó sin habla: el rostro del espíritu aparecía cubierto de llagas
y pústulas, sus ojos habían perdido la luz y ya no sonreía con la calidez de
antes.
– No temas,
estoy bien –dijo el fantasma ante la mirada de repulsión y miedo de que le
mostraba su acompañante – Mi tiempo en tu mundo se acaba. Estas úlceras que ves
en mi cara no son más que las cicatrices de las enfermedades de los hombres,
que también a nosotros nos afectan, aunque luchamos contra ellas desde el
principio de los tiempos. Hay dos males de los que debes cuidarte, los que más
dañan el alma mortal: uno es la avaricia, y el otro la envidia. Ambas destruyen
el corazón y lo inhabilitan para sentir y para disfrutar. Aléjalos de tu vida antes de que sea demasiado tarde. Ahora, vuelve a
darme la mano.
Con mucha
aprensión cogió la marchita garra que el espectro le tendía y de nuevo se
fundió con él en un vórtice de colores y sombras. Cuando salió de ese remolino
estaba solo, frente a su oficina. Volvía a ser de día y el reloj de la iglesia
acababa de dar las dos campanadas.
El próximo capítulo aparecerá en breve en el blog de Diana Pinedo Ortega (Grafema11)
Buenos días Chari, me ha flipado tu capítulo, no podía dejar de leer hasta la última palabra. Me ha encantado la relación en la trama de Robustiana (y sus hijos), la madre de Eliseo y la chica pelirroja. Ha sido una pasada, de verdad. Se me ha helado el cuerpo con la frase del fantasma a Eliseo cuando éste le preguntaba por la chica; ¨– ¿Por qué habría de importarle a alguien? Tan sólo es una vaga que vive de la caridad.-¨
ResponderEliminarMuy bueno de verdad, gracias por participar conmigo en este proyecto y espero que no sea la última vez que colaboramos.
Un abrazo.
Muchísimas gracias por tu comentario, Ezequiel, me alegro mucho de que te haya gustado mi capítulo. Yo también espero que volvamos a colaborar, ha sido un auténtico placer. Un beso enorme.
EliminarMe ha gustado mucho el cuento de Navidad, lleno de Fantasía donde conjugan la realidad y el mas allá, esta realmente muy bien, impaciente con el siguiente capitulo, gracia spor compartir este cuento tan Navideño y apropiado para esta época. un beso enorme TERE.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Tere, los primeros capítulos los escribió Ezequiel Miller y están estupendos. El último lo va a escribir Grafema11 y estará el jueves, ya te aviso. Un beso enorme.
EliminarHola Chari!!!! Me ha gustado mucho, me ha angustiado bastante que sea la última Nochebuena de su madre y me encanta la rotundidad de la frase sobre los vagos que viven de la caridad, a veces sentenciamos a la gente sin saber, y oír de boca de otros lo dicho por nosotros es a vecs una buena terapia de choque.
ResponderEliminarUn besito y me ha encantado.
Me alegra que te haya gustado, Gema, le he puesto mucha ilusión (y trabajo, jeje) y me encanta ver que tiene buena acogida. Un beso enorme
EliminarEn mi opinión, este capítulo fue muy bien escrito. Siguió fiel al espíritu de la obra de Dickens, pero se actualiza para mostrarnos cómo podría ser en 2015. El escenario, los personajes y desafíos eran bien formado y describió. Lo has hecho muy bien, Chari!
ResponderEliminarIn my opinion, this chapter was very well written. It followed true to the spirit of the Dickens work, but it was updated to show us how it might look in 2015. The setting, characters, and challenges were well-formed and described. You have done quite well, Chari!
Gracias, Paula, por tu comentario. Me alegra que te guste, tanto Ezequiel Miller como yo hemos intentado ser fieles al Cuento de Navidad original, pero dándole al nuestro el estilo de cada uno. Un beso y gracias por leer y comentar siempre
EliminarFelicitaciones por un capítulo muy bellamente escrito de Cuento de navidad.
ResponderEliminarLes deseo una semana buena y feliz. Besos, querida amiga Chari
Muchísimas gracias, Cindy, me alegra que te haya gustado. Un beso enorme y feliz semana, querida amiga
EliminarChari querida, qué buen capítulo!!
ResponderEliminarBreve pero con mucha sustancia. Me encantaron las descripciones y la forma como mantienes presentes los capítulos anteriores. Se siente como un páramo (aunque muy triste) del remolino en que nos había dejado Ezequiel.
Me encantó!! Besos!!
¡¡Me alegra que te haya gustado, Diana!! Espero que no tengas que hacer muchos cambios en lo que ya tenías escrito. Espero ver tu capítulo. Mil besos
EliminarUn poco justo por donde termina jejeje pero lo adecuó.
EliminarJusto ahora le estoy dando ;)
Besos!!
Espero no haberte dado mucho trabajo ;)
EliminarUn beso enorme
Eres una artista Chari, capaz de fantasear y dar forma a cada historia que caiga en tuda manos. Te felicito. Muchos besos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Macarena, me alegra que te haya gustado mi historia, me ha hecho una ilusión enorme que me pidieran que formara parte de esta colaboración. Un beso enorme
EliminarUn relato, o más bien un capítulo, genial, Chari. Me ha gustado poder leerte en algo más largo a lo que nos tienes acostumbrados y debo decir que eres una narradora excelente.
ResponderEliminarVoy leyendo deprisa, aprovechando los últimos momentos de calma antes de marcharme y no pensaba comentar, para no entretenerme, pero lo cierto es que no me quedo con las ganas de decirte que me ha encantado y que la historia me atrapó por completo. ¡Enhorabuena!
Un beso enooorme!!
Cómo me alegra que te haya gustado, Julia. No suelo escribir relatos largos porque se me da mejor los micros, pero este me hacía mucha ilusión escribirlo y he puesto en él todo mi esfuerzo. Es genial ver que ha dado resultado.
EliminarUn besote
Mi más sincera enhorabuena Chari, Este capítulo te ha quedado genial y me ha emocionado, me ha gustado ir de visita con el Espíritu de la Navidad Pasada, y comprobar como puede el amor mostrar su cara en los que aparentemente son más desdichados. Eliseo seguro que cambiará algunos aspectos de su vida para mejorarla.
ResponderEliminarNo he leído los otros capítulos, pero quería leer el tuyo, y pos si solo, ya contiene una buena lección.
Está comprobado que se te da bien tanto un poema, una experiencia diaria o un relato.
Felicidades amiga.
Besos;)))
Me alegra que te haya gustado, he puesto muchísima ilusión en esta colaboración y además Dickens es uno de mis autores favoritos, así que se me ha hecho un doble honor. Te recomiendo que te leas el resto de los capítulos si tienes tiempo, tanto Ezequiel como Grafema11 (Diana Pinedo) han hecho un trabajo soberbio y merece la pena echarle un vistazo.
EliminarUn beso enorme, Mila, gracias por leer mi capítulo y por tu precioso comentario