Vi tu foto de perfil en Facebook y supe
al instante que no sería la última vez, que esa instantánea me perseguiría hasta en sueños. Es como cuando has mirado el sol y luego no dejas de ver círculos negros por todas partes. En cuanto cerraba los ojos te veía, abrazado a tu mujer, a aquella de la que te separaste hace tanto tiempo, de la que
decías pestes y que, según tú, era capaz de sacar lo peor de tu persona.
Entiéndeme, no es que me moleste que hayas vuelto con ella,
era algo que estaba más que cantado (los cobardes, como los asesinos, siempre
vuelven al "lugar del crimen" o a sus puñeteras "ex", según
sea el caso) pero una cosa es pensarlo o darlo por hecho y otra comprobar que
no te equivocas.
Y no es que me importe que hayas rehecho (o deshecho) tu vida, es que me jode lo que no está en los escritos que fueras tú quien volviera suplicando mi amistad, pidiéndome que no te cerrara las puertas de mi vida para luego dejarme tirada como una colilla. ¡Y eso que me querías!... no quiero pensar qué hubieras hecho si me odiaras.
Lo dejamos una vez, hace mucho, hace una eternidad, aunque
ninguno de los dos quería hacerlo. Mi corazón se partió entonces, pero hice
caso de lo que me pediste y no me puse en contacto contigo a pesar de que me
moría por hacerlo. Sin embargo tu no pensaste más que en ti mismo al volver a mi
lado y hacerte de nuevo un hueco en mi vida, aún a sabiendas de que tu
cobardía te impediría darme el lugar que merecía
a tu lado. Aguanté lo que pude, Marcos, y lo sabes. Pero no podía sobrevivir a
base de las migajas que te mendigaba y decidías concederme.
Tras esta segunda ruptura también fuiste tu quien decidió
volver, quien insistió en seguir en contacto. Supongo que te daba lo mismo
hacerme sufrir ¿no? Mientras pudieras volver a mi cuando te viniera en gana
todo estaba bien.
Después de muchas llamadas perdidas y mensajes sin
contestar, caí en la cuenta de que algo había cambiado para ti. Ahora, después
de ver la foto, sé lo que ha sucedido, o lo imagino.
No me duele que hayas vuelto con ella, insisto, pero sí la forma
en que me has tratado. No lo merezco y si te queda algo de decencia reconocerás
que tengo razón. No puedes hacerte idea de lo que he sufrido por ti, por tu
ausencia y por el desapego que me has mostrado últimamente. Solo me queda
esperar que algún día recibas, de alguien que realmente te importe (como tu
adorado hijo) ese mismo desapego, esa traición con la que me has obsequiado.
Pd.: las hadas también saben destilar veneno
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Fotografía de Chari BR7 |
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